lunes, 23 de enero de 2012

POESÍA

CREPÚSCULO EN LA ALBUFERA


Caía el fuego sobre el lago
y encendía su luz en el agua.
El agua en actitud humilde,
sonreía ante la cascada dorada
que sobre ella caía.
Las nubes juguetonas coqueteaban
para romper el hechizo,
sin apenas conseguirlo.

El agua por el viento sacudida,
sentía su caricia enamorada,
y agua y cielo
aumentaban sus encantos:
confundida ella, ensoñando él,
brillando el agua en estela
cual diosa estrellada.

En su altura, el cielo atizaba su fuego
enviando su calor a la amada,
y cielo y agua soñaban,
y ambos en su azul envueltos
nadaban su ternura entrelazados,
el cielo entre nubes, el agua entre sus alas,
que el viento movía sin apenas tocarla,
confundidos los dos entre oros y platas.

De oro el cielo, dorada el  agua
y en abrazo amoroso fundidos nadaban.

Quietas las horas, hechizadas,
quietos los ojos abstraídos,
quieto el aire,
por no deshacer el hechizo,
quieto el viento que huyó aturdido.

Y el crepúsculo se ponia
en su santuario celestial,
mientras el agua lloraba,
quizás en rito ceremonial,
sus gotas amorosas, esperanzada
de volver a ser en el crepúsculo siguiente:
de nuevo la amada
y ser encendida y abrasada
por su cielo, en su fuego,
su oro y su plata.
¡Recreación del amor de Dios!.

 

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