lunes, 6 de febrero de 2012

POESÍA

A ORDESA

Una voz  ronca
se precipita por tus cañones
que inunda de bondades
tu parque, Ordesa.

Y ríen al caer las aguas,
como rien los niños,
en carcajadas sonoras,
majestuosas y cantarinas
renovando los aires.

En el chisporroteo de tus cataratas
el aliento se corta,
y se cortan las aguas al caer,
horadando tus montañas,
cual intruso en lugar extraño.

Un manto níveo se precipita
sobre la montaña  verde
surcando su intimidad
hasta desvanecerse en ella.
Que hay nieve desmelenada
en el blanco manto de sus cascadas
y en caricias se recrea
y juega con ellas.

Belleza inusitada,
detenida en la retina amorosa,
que danza entre suspiros
y en ellos se pierde.

Caídas todas las cataratas
por los cañones sonoros,
esparcidas suavemente sus aguas,
caminan airosas por tus tierras, tiernas,
ausentes de sí, anhelantes,
prisioneras en su dulce murmullo,
acariciándolas con su dulzura,
hasta llegar a inundar con sus voces
los riachuelos,
deseosos de frescas aguas,
ansiosos de vivir el amor en ellas,
mientras esperan pacientes,
los robles, las ayas, los sauces,
rododendros, álamos, fresnos y abedules,
que, majestuosos en la espera,
sueñan, sueñan con sus aguas.

La suave brisa de la noche,
que en su sueño, se convirtió en bruma,
quedó detenida en el valle,
y hacia el alba despertaba,
ascendiendo levemente
por entre la enramada,
con aires húmedos de amores.

Al llegar tu otoño,
cansados Ordesa, de florecer tus campos,
y colmar amoroso de verde los aires,
brinca airosa tu sinfonía de colores,
dulces, cálidos, en su amarillez, deleitando,
y surgen en bailes de color,
realidades jamás soñadas,
con sonidos que se pierden al caminar,
y entonces
el silencio de la montaña
canta en el alma amoroso,
deslizándose por entre las retamas,
con sus rojizos suaves, verdes anacarados,
endulzados castaños
y amarillos naranjas,
cual piñas de colores caídos,
para tapizar de tonos cálidos los suelos.

Tu Monte Perdido, escarpado,
escabroso, mirando al cielo,
sólo posible en el sueño de Dios,
dominando su posesión ,
se yergue cual rey entre las montañas,
rey de una naturaleza bella y sana
que arropa provincias,
en vigilia de noche,
`para contemplar sus amaneceres.


Tu fauna salvaje
salpica contra las piedras,
realizando bellas danzas sinfónicas,
movimientos litúrgicos que embelesan
por su poderío y riqueza.


Parque de Ordesa, envanecido, inigualable, airoso,
orgulloso de tu delicia,
con nombre femenino, aún siendo parque,
ningún otro puede igualarte.
Tu sonido se pierde al caminar
ante el silencio de las montañas
que arropan tu belleza,
sólo roto en el cielo que lo cubre,
por un sin fin de aves en su visita.
Recreo alado, de sueños dorados,
recreo en Dios su Hacedor,
que para goce del hombre,
quiso soñarte Ordesa, y te creó.




No hay comentarios:

Publicar un comentario