lunes, 19 de noviembre de 2012

Historia de El Retiro


EL RETIRO, KATIA Y YO

INTRODUCCIÓN

Durante este período del año 2.012-2.013 voy a transcribir en varios capítulos la historia de los Jardínes del Buen Retiro de Madrid, que la escritora relata en compañía de su perrita llamada Katia.
Espero os guste.

OTOÑO

LA NIEBLA

Entramos en  el parque; la lluvia caía lenta sobre el escurridizo suelo; todo olía a limpio; los árboles, despojados ya de algunas de sus hojas, verdeaban resplandecientes.

El perfume de los arbustos aromatizaba el entorno, los aligustres exhalaban con la humedad, un aroma suave, fresco; la hierba olía a heno mojado, que me trajo recuerdos asturianos de los veraneos de  mi infancia, cuando la llovizna caía y caía sobre los campos, sumiendo el ambiente en una inacabada melancolía.

El Retiro entristecía su semblante por la ausencia de sol, inspirando a los escasos transeuntes - que caminaban bajo el manto gris que cubría el firmamento- grandes dosis de nostalgia.

¡Todo era gris!.

- Tú, Katia apenas traspasar la maravillosa verja de hierro de la inmensa triple puerta de la calle O'donnell, y franquear su barrera, echaste a correr loca de alegría.

-Te llamé- y galopando cual pequeño pegaso, viniste hacia mí, dichosa, feliz, henchida de gratitud.

Sentí ganas de contarte - llevada de mi fantasía- cosas muy bellas de ilusiones pasadas, pero recordé a tiempo tu ser animal.

Yo caminaba cual reina tronada- bajo el dosel de mi paraguas- por el centro del gran paseo tras de tí, paseo hoy cancelado para los vehículos y que por curiosidades de la vida, desde hace más de un siglo, se llamó  "Paseo de Coches".

Tú ibas y venías oliendo los matizados  perfumes, que por la lluvia, resultaban embriagadores y exuberantes.

Tu gran hocico negro se inscrutaba en los arbustos, plantas y hierbajos, husmeándolo todo.

A mi derecha e izquierda, inmensos castaños, viejos en años, que, despojados por la fuerte llluvia caída, de sus doradas hojas, tornaban a  parecer jóvenes, de primaveral verde ropaje.

De nuevo viniste al oír mi llamada y quise hacerte entender que los tales castaños, cúpulas inmensas, acogerodas mansiones de jilgueros, eran nada más y nada menos que los proveedores de tus codiciadas castañas,  esas que yo, en  un alarde  infantil, te tiro para juguetear.


No entendiste nada, Katia,  ¡ Que sabes tú de quienes son los productores de tus adoradas castañas !.

¡Maravilla de la igorancia! me mirabas a las manos, ¡querías jugar! ¡sólo te interesaba jugar!....  medio ladrabas.

Seguimos andando, tú correteando; Grandes lauros o laures adornaban también, ambos lados del paseo,recortados en formas cilíndricas, trabajo  pulcro de jardíneros ¡ cinceladores de belleza en hojas y ramas! ¡moldeadores de árboles en esculturas de geométricas figuras!.

Me acerque a ellos y comprobé ¡oh, que pena! las puntas y extremos de la hojas se retorcían y enfermizas, amarilleaban; Quizás Katia, en su condición de árboles de hoja perenne, se cansen de  mostrarse simpres verdes.

Las "castañas locas"- como así las denominábamos , cuando éramos pequeños, para definir su peligrosidad, si algún niño comilón las ingería- se iban incrustando en  la tierra al ser pisadas por los hombres, dispuestas a desaparecer humildemente.

Seguí caminando por  la gran calzada; la niebla avanzaba hacia mí comprometedora; el parque y sus jardínes se encontraban envueltos en una total penumbra; me invadía la melancolía y mis ojos se encendían perdidos en la lejanía.

Alguien te saludó -como siempre Katia- y me hizo despertar de mis ensueños; confirmamos lo simpática, melosa y cariñosa que eres y la fascinación que desde pequeña le causaste.


COMENTARIO AL CAPITULO 1 TITULADO LA NIEBLA


La escritora ilustra muy bien la estación del Otoño. Los días grises y tristes, la ausencia del sol, el paisaje verde y el amarillo de los árboles, ocre y tostado del Buen Retiro de Madrid.

Me llama la atención la forma fluida de hablar de la autora a su perrita. Hasta tal punto que quisiera entablar una conversación con ella olvidando la naturaleza de la perrita, quien sólo anhelaba el que le tiraran castañas para jugar.

Describe con mucha precisión la destreza de los jardineros para lograr las formas geométricas de los árboles.

En este primer capítulo la escritora hace especial hincapié en la penumbra de los días grises del otoño y resaltar lo cariñosa que es Katia con todos los paseantes.





2 comentarios:

  1. Menudo curro tiene escribir todo el relato que has escrito. Me gustaría saber quién lo ha hecho. Además acompañado de imágenes. Muy buen trabajo.

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