LA MONTAÑA
Al entrar al Retiro hoy, Katia, te has dirigido rauda, veloz hacia la montaña artificial, romántica pero idealizada para cubrir alguna edificación siniestra y embellecer el parque. Sí, has corrido hacia la izquierda para comprobar no sé qué cosas y al llegar ahí, parada, te has quedado como petrificada contemplándola.
El agua que por sus cascadas cae-jamás se hubiera pensado, si no se supiera, que fué artificio de los hombres-¡Resulta tan atrayente y real!.... ¡Belleza, que también el hombre crea!.
Los caminos que por varios lados van ascendiendo hacia la cima, supieron paraisos soñados, bordeados de exóticas plantas y tapizadas sus colinas de un verde esmeralda, dan la sensación al paseante de un cuento de hadas.
Sus árboles, ya enormes, parecen recrearse con el cántico dulce y meláncolico del agua, que discurre por entre matorrales y hierbajos, hasta descansar, remansada, en una gran fuente, casi lago, donde ella misma se baña entre susurros ininterrumpidos.
Quizás, Katia, debiste quedar parada al recordar tus baños infantiles, aquellos en los que te recreabas sin permiso, alterando nuestras órdenes y que ahora los tienes prohibidos. Quizás, ensimismada en tí, no supiste qué hacer y cautivada por el agua, soñaste que tu cuerpo se mojaba.
Arriba, en su cima, una casa- no se sabe bien para qu- deshabitada; Hace tiempo, Katia, cuando tus dueñas eran pequeñas,subían ilusionadas, como descubridoras de lugares y secretos y jugaban felices. Más tarde, por problemas de higiene y seguridad, ¡qué lástima! tuvieron que cerrarla, cancelando así, algún sueño de paraíso infantil.
Debajo de la montaña artificial, en su subsuelo, existe un gran lugar para museo, donde exponen bellas cerámicas, pinturas, artesanías y otros objetos artísticos. La sensación al penetrar, es de sumergirse en unas grutas naturales y su recinto, resulta fascinante.
¿ Sabes Katia una curiosidad ? Pues sí: En el espacio que hoy es museo, hace varios siglos, existió un gran horno de cerámica, dónde quizás, por la proximidad de Madrid a Talavera, el estilo fuera el mismo. Se fabricaba artesanalmente botijos, platos, cántaros, jarrones, búcaros, cazuelas y demás cacharros para servicio o adorno de la casa de los madrileños. Al pensar ésto me ví buceando en la vida de los ciudadanos de entonces, sus costumbres, hábitos y holganzas y les ví adquriendo orgullosos sus vasijas y con su gracia e idiosincrasia habitual, haciendo un rito de su compra y quizás hasta una berbena a su alrededor, lejos de soñar con ordenadores, que siglos más tarde casi arrasarían o arrinconarían sus enseres en el olvido; pero, que a pesar de los adelantos de la ciencia, el arte, lo hermoso, lo extraordinario y la belleza sentida en el corazón, precisa para plasmarlo las manos.
Muy bien escrito. Me ha gustado mucho. Un saludo!
ResponderEliminarMenudo relato, que bien está. La imagen preciosa de esos árboles.
ResponderEliminarAna