lunes, 10 de diciembre de 2012


PASEO DE COCHES

1-B

El "Paseo de coches", Katia, lo mandó construir el Rey Alfonso XII, hacia el año 1.887. Era el primer paseo que se iba a construir para carruajes o coches de paseo, en el parque del Buen Retiro de Madrid, ya que en aquel entonces no existía ninguno. Se hacía con la intención de recaudar dinero para las arcas de la Hacienda Pública, muy decrépita por aquellos años. Se pagaría por su uso y disfrute; se hicieron bonos de temporada   por cinco pesetas; dineral inmenso, sólo para potentados de aquel momento.

Cuentan las crónicas, que el gran "Paseo de Coches" se hizo muy célebre en Madrid y hasta en el mundo entero, cuando venían celebridades. Iban en calesas, elegantes carrozas o vistosos coches a lucir sus importantes personas, donde acudían - también previo pago- a verlos, las gentes de Madrid en tropeeel, cual atracción artística insuperable. Por supuesto, en muchos de estos acontecimientos acompañaban los reyes a los ilustres personajes extranjeros, momento que aprovechaban sus súbditos madrileños, para aploaudir a las egregias figuras a quienes apreciaban y estimaban, en particular a la joven, romántica y recién casada reina María de las Mercedes. Reina recordada y cantada por el pueblo por su bondad y muerte tan joven.

¿ Te imaginas Katia, la suntuosidad del momento, las bellas damas ataviadas con sus preciosos largos vestidos, aquellos pomposos trajes, sus miriñaques cubriendo casi todo el carruaje, al objeto de poder ser bien observados y regalar las  miradas de los visitantes con sus adornos y brocados?.

¿Te imaginas, los chismes y cotilleos sobre los trajes de aquellas damas, de algunas mujeres del pueblo, para quienes sólo en ciertas ocasiones, podían acceder a tal distracción?.

El paseo fué construido sobre  un canal, especie de río artificial que allí existía y que conducía hasta el gran estanque del mismo Retiro y que ya te contaré más tarde Katia, con detalle y minuciosidad.

Una vez realizado el paseo, se tornarían los recreos de góndolas y bellas y exóticas embarcaciones, trayectos, quizás navegables de sueños y amoríos, en paseos de berlinas, carrozas románticas y exuberantes carruajes de caballos,  que podrían recordar tiempos pasados y añorados entre danzas de agua, para los entonces mayores.

Los tiempos, Katia, como las aguas, no se detienen jamás. El Retiro era un parque a las afueras de Madrid y hoy es su corazón, por donde ya no conviene   que circulen los coches, echando sus residuos contaminantes a  las plantas y arbolado y evitar así que enferme él  y con él toda la ciudad. ¡Algunas veces los hombres son  inteligentes para sí mismos!. No siempre, Katia, no siempre. 

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